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El monitoreo transaccional es un proceso relevante dentro de la gestión de cumplimiento, abarcando desde el diseño de los modelos para la identificación de alertas, el análisis, el escalamiento y el cierre de las alertas, así como la calidad de la información utilizada para este proceso. En este sentido, en un estudio reciente de prevención de lavado de activos llevado a cabo , se identificó que el 64% de los encuestados indicaron que para los próximos 24 meses el monitoreo transaccional es su prioridad, seguido del 46% que coloca a los procesos de debida diligencia de clientes (onboarding) como segunda prioridad y el 42% que mencionó la incorporación de agilidad en sus procesos como tercera prioridad.
Uno de los elementos clave para lograr la agilidad de los procesos es establecer estrategias adaptadas a la realidad de cada una de las organizaciones, entendiendo la tipología de sus clientes, basándose en atributos que determinan el tipo de negocio y su actividad económica, productos, mercado, comportamiento del cliente, canales, entre otros. Además, se debe aplicar un enfoque de automatización para este tipo de análisis, incluyendo no solo análisis de eventos pasados, sino también aplicando algoritmos de aprendizaje automático y predicción del comportamiento del cliente.
Igualmente, se deben diseñar e implementar controles que acompañen estas automatizaciones, como la calibración de las herramientas, y aún mejor, la calibración automática con el uso de inteligencia artificial (continuo desarrollo de algoritmos de aprendizaje automático, procesamiento del lenguaje natural mejorado, predicción del comportamiento del cliente), aplicando un monitoreo basado en riesgos de sus clientes, productos y transacciones enfocado en tipologías materiales y riesgos observados.
Reconocer las actividades que toman más tiempo es un primer paso, lo cual se puede realizar mediante de metodologías de análisis de carga de trabajo, lo que permite cuantificar el tiempo y el monto que esto involucra, y así poder priorizar las actividades y analizar la causa que origina la inversión de tiempos y recursos, para luego determinar aquellas actividades que puedan ser automatizadas, y así lograr mayor efectividad en los resultados del proceso de monitoreo transaccional.
Un elemento ancla para el desarrollo de estas estrategias es contar con personal que tenga las competencias necesarias para acompañar esta estrategia, por lo que es imperante desarrollar un plan de capacitaciones alineado a las necesidades de cada organización en las áreas clave de la gestión de cumplimiento.
Por Susana Pino, Socia Líder de Risk Assurance (RAS) en Acyasa Panamá | Julio, 2024